Somos muchos los que confundimos necesidades, deseos y objetivos, y aunque hay una gran diferencia entre ellos, están muy relacionados. Conocer en que se diferencian, nos permitirá entender porque en muchas ocasiones las personas tenemos dificultad para alcanzar aquello que nos proponemos y nos ayudará a intentar cambiar la forma de lograrlo.
¿Qué es una necesidad?
Las necesidades son inherentes a la condición humana y esenciales para la supervivencia, el desarrollo y la adaptabilidad al medio.
Podemos hablar de :
-Necesidades básicas o fisiológicas como el comer, beber, respirar o el sueño, que mantienen el cuerpo en funcionamiento.
-Necesidades secundarias: son las que aumentan la satisfacción y el bienestar del ser humano. Aquí estarían englobadas la necesidad de seguridad ( sentirse seguro y protegido ), de pertenencia (sentirse aceptado e integrado en un grupo social), de reconocimiento ( sentirse valorado y respetado ) y la necesidad de autorrealización que tiene que ver con el desarrollo personal, la búsqueda del sentido a lo que hacemos y el “para qué” de nuestras acciones.
¿Deseo u objetivo? Cómo aprender a diferenciarlos
Hablamos de deseos cuando nos referimos a algo que la persona quiere profundamente, pero sin embargo, no existe un plan detrás para lograr alcanzarlo y esto, es precisamente lo que lo diferencia de los objetivos.
Un objetivo son los pasos que yo tendría que dar para conseguir ese deseo. Los medios a través de los cuales voy acercándome al mismo.
Detrás de un objetivo existe un plan, pero para que se cumpla debe integrar lo siguientes criterios: Debe estar bien definido y ser claro; debe ser específico, señalando las características concretas y particularidades; debe ser alcanzable, realista, asumible y sobre todo, debe existir un sentido detrás del mismo. Esta quizá, sea la parte más difícil y la trampa y error en el que muchas veces las personas caemos. Los deseos son tan grandes que los objetivos no los planteamos de manera pequeña sino también a lo grande.
Para ello debemos plantearnos micro-objetivos, o lo que es lo mismo, pequeñas acciones que nos encaminen a ir consiguiendo aquellos deseos porque son motivadores.
Esto último es clave, si no hay una motivación detrás, lo más probable es que, entre el deseo y en momento actual me venga abajo, me frustre y procrastine o acabe abandonando. Precisamente porque no existe un sentido detrás del mismo que nos motive, ni está ajustado a unas expectativas realistas que veamos alcanzables o asumibles.
Para lograr aquello que nos proponemos debemos ser conscientes de cuáles son nuestras limitaciones. Conocerse en en este punto es fundamental.
Por ejemplo, si mi deseo es “querer adelgazar” lo primero que debemos plantearnos es ¿para qué quiero adelgazar? y después tomar como foco esos o ese “para qué “ y ponerlos en la práctica en pequeñas acciones que podrían ser: comer más fruta y verdura si yo parto de la base de no comer nada de fruta y verdura, o si soy una persona sedentaria que nunca ha hecho deporte, plantearme empezar a usar las escaleras, evitar los ascensores y desplazarme andando siempre que sea posible en lugar de usar transporte público.
Debemos partir de nuestra propia realidad. Se trata de sentirnos capaces y para eso tenemos que ir muy poco a poco, en pasos que sean asumibles para obtener ese reconocimiento y poder mantener una motivación constante que me permita seguir en la búsqueda de alcanzar ese deseo.
Muchas veces nos cuesta dejar de ver el deseo para empezar a ver esos pequeños pasos y micro-objetivos, pero debemos tener siempre presente que son estas acciones concretas y bien planteadas las que marcan la diferencia y nos ayudan a estar siempre orientados a la acción y a lograr lo que nos hemos propuesto.
Apreciar los pequeños pasos que voy dando es fundamental para poder llegar al final.
Hay que dejar de ver ese deseo que no llega, para centrarme en esos pequeños pasos que voy dando.
Recuerda que… Los deseos nos inspiran, pero los objetivos nos transforman.
Si te has encontrado alguna vez con dificultad para lograr aquello que te habías propuesto, párate a pensar si existía un plan detrás y si este era claro, realista, alcanzable en base a tus circunstancias y quien eres y si existía un sentido detrás del mismo. Si no es así, es momento de delinear el mapa y tu plan de ruta.
