¿Te has sentido juzgado por tener ansiedad, depresión o simplemente por no estar bien?
Puede que alguna vez hayas pensado que ir al psicólogo es “solo para gente con problemas graves” o que hablar de lo que sientes te hace ver débil. Tal vez incluso hayas sentido que si buscaras ayuda, los demás te juzgarían o no te tomarían en serio. Es algo más común de lo que crees, y no tiene nada que ver con tu valor como persona. Tiene que ver con un obstáculo silencioso que muchas veces no notamos, pero que pesa: el estigma.
El estigma en salud mental está hecho de prejuicios y creencias equivocadas que nos hacen sentir vergüenza por pedir ayuda. Es esa voz que dice “deberías poder solo”, “no estás tan mal”, o “¿qué pensarán si se enteran?”. Esa voz puede hacernos guardar silencio incluso cuando por dentro sentimos que algo no está bien. Y eso duele. Duele callar cuando lo que más se necesita es hablar.
Pero pedir ayuda no es un signo de debilidad. Al contrario: es un acto de valentía. Es reconocer que mereces sentirte mejor, que no tienes por qué cargar con todo tú solo, que cuidar de tu salud mental es tan importante como cuidar de tu cuerpo.
A veces no hay una razón clara. No tiene que haber un gran evento para que algo te duela. Y aun así, tu dolor es válido. Tu malestar merece atención. No hay una escala que determine si “es suficiente” para ir a terapia. Basta con que tú lo necesites.
¿Qué es el estigma en salud mental?
Es el conjunto de prejuicios, creencias y actitudes negativas que existen sobre quienes tienen problemas emocionales o acuden a terapia. A menudo se manifiesta así:
- “Eso es para gente débil.”.
- “Deberías poder con eso tú solo.”.
- “Los que van al psicólogo están locos.”
Estas ideas no solo son falsas, sino que también generan miedo, culpa y aislamiento, impidiendo que muchas personas busquen la ayuda que necesitan.
¿Te identificas con alguno de estos pensamientos?
- “Me cuesta dormir, pero no quiero exagerar.”,
- “Siento que todo me sobrepasa, pero no quiero preocupar a nadie.”.
- “Estoy cansado de fingir que estoy bien.”.
Si te reconoces en estas frases, ya estás dando un primer paso importante: reconocer que algo no está bien y que mereces sentirte mejor.
¿Y si ir a terapia fuera el acto más valiente que puedas hacer por ti?
Buscar ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. La terapia es un espacio seguro, sin juicios, donde puedes explorar lo que sientes, entenderte mejor y avanzar a tu ritmo.
Un mensaje para ti:
Si estás leyendo esto y dudando en pedir ayuda, recuerda: Tú importas. Tu bienestar importa. Tu historia merece ser escuchada.
Así que si estás leyendo esto y algo dentro de ti se reconoce, confía en esa parte. Es la que quiere cuidarte. Buscar ayuda es un acto de amor propio. Y tú mereces eso.
