En un mundo acelerado, donde cada vez la presión diaria, la sobrecarga emocional y la falta de tiempo pueden llevarnos más al límite, comunicarse asertivamente no es sólo una habilidad útil, sino una necesidad.
Hay quienes, frente al conflicto, prefieren guardar silencio. No porque no tengan nada que decir, sino porque: temen herir, no sentirse escuchados/as, no quieren afrontar un posible conflicto o simplemente porque han aprendido a que su voz no tenga une espacio. Otros, en cambio, responden con una explosión emocional, una autodefensa que muchas veces termina alejando a los demás. Ambas formas responden a una dificultad común que se trata: no saber cómo expresar lo que sienten de forma honesta y respetuosa con sigo mismo/a.
La buena noticia es que la comunicación asertiva se puede aprender. Es una práctica, no una cualidad innata.
¿Qué es la comunicación asertiva?
Es la capacidad de expresar nuestras ideas, emociones y necesidades de forma clara, directa y empática, sin agredir ni someternos. Implica reconocer nuestros derechos y también los del otro.
No se trata de decir todo lo que pensamos, sino de decir lo importante, de manera que conecte con la idea que necesitamos transmitir y que no hiera a la otra persona.
¿Por qué he podido desarrollar esta dificultad a la hora de comunicarme?
A lo largo de la vida, muchas personas aprenden que expresar lo que sienten puede generar rechazo o conflicto. Otras, en cambio, aprenden a defenderse con hostilidad antes de sentirse vulnerables. Ambas posturas comparten un miedo profundo: no ser comprendidos ni aceptados.
La comunicación asertiva no solo mejora nuestras relaciones: también regula nuestro sistema nervioso, reduce el estrés interpersonal y fortalece la autoestima.
Algunas técnicas que puedes poner en práctica para comunicarte de forma más equilibrada, incluso en situaciones difíciles:
- Usa mensajes en primera persona: en lugar de decir “tú me haces sentir mal”, prueba con: “yo me siento frustrado/a cuando ocurre esto, porque necesito sentirme escuchado/a”. De esta manera, evitas la acusación y abres una puerta para el diálogo.
- Haz pausas antes de responder: si tiendes a reaccionar con mucha ira, detente y responde cuando baje la ola emocional.
- Aprende a comunicarte con asertividad: expresa lo que sientes sin miedo, pon límites con respeto y mejora tus relaciones y tu bienestar emocional.: antes de dar tu punto de vista, reconoce la emoción del otro: entiendo que esto te haya molestado”. Implica aceptar con serenidad una crítica, queja o situación, sin negar ni justificar innecesariamente. Esto baja las defensas y genera apertura.
- Pon límites de forma clara y amable: “no estoy cómodo con este tono de conversación. Prefiero que hablemos cuando ambos estemos más tranquilos.” Poner límites no es rechazar, es CUIDAR tus vísculos y tu salud emocional.
- Repite lo que entendiste: “¿te refieres a que te sentiste ignorado/a cuando no respondí tu mensaje?”Esto muestra interés y reduce malentendidos.
- Técnica del disco rayado: consiste en repetir calmada y consistentemente tu mensaje principal, sin dejarte arrastrar por distracciones, manipulaciones o agresiones. Como por ejemplo: “puedo ver que estás molesto, pero mi decisión no cambia.”.
¿Te cuesta decir lo que piensas sin herir? ¿Te guardas lo que sientes hasta explotar, o prefieres callar para evitar conflictos? Si alguna de estas situaciones te resulta familiar, tal vez sea momento de revisar cómo te estás comunicando con los demás y contigo mismo/a.
La asertividad no es solo una forma de expresarse. Es una manera de respetear tus emociones con responsabilidad, de poner límites sin culpa y de construir relaciones más sanas desde el respeto mutuo. Ser asertivo/a no es decirlo todo. Es decir lo esencial con honestidad, calma y compasión. Es vivir en coherencia, cuidando tu bienestar sin descuidar tus vínculos.
Si sientes que llegó el momento de trabajar en esto, estaré encantado/a de acompañarte. Puedes agendar una sesión para empezar a transformar la forma en que te expresas, te escuchas y te conectas con los demás. La comunicación que sana, une y transforma comienza desde dentro.Tu voz también merece ser escuchada.
¿Hablamos?
