El apego, ¿qué es?

La Teoría del Apego del psicólogo Bowlby se establece a día de hoy como un modelo que permite, no solo comprender y explicar las formas en que se vinculan las personas, sino también como una forma de entender los procesos de regulación emocional que suceden a nivel individual.

Dada esta importancia, cabe preguntarse qué es esto y cómo funciona.

El sistema de apego tiene la función evolutiva de protegernos y ofrecer un sentido subjetivo de seguridad. La forma última del sentido subjetivo de seguridad se traduce en tener la confianza o creencia de que “soy competente y digno de ser amado” y que, además, las personas que me rodean van a ser capaces de entender lo que me ocurre y me podrán atender.

Cuando nos sentimos en peligro, buscamos la proximidad real o simbólica de las personas que amamos, que nos brindan apoyo. A estas personas las llamamos figuras de apego y pueden ser nuestra pareja, padres, abuelos, amigos/as… Y por tanto,  cuando buscamos esta proximidad, lo que ocurre es que nuestro sistema de apego se activa.

¿Cómo se desarrolla?

Cuando somos pequeños, durante la infancia, realizamos esta búsqueda de proximidad a través del llanto, la súplica o la risa. Si las figuras de apego responden en consonancia a las necesidades del niño/a, éste desarrollará un sentido de seguridad en el apego basado en experiencias reales. Esto se traduce no solo en la sensación de ser amado, valorado, comprendido y aceptado, sino también en la creencia de que uno es capaz de manejar la angustia, los desafíos y la frustración.

Pero ¿qué sucede cuando las figuras de apego no están disponibles para cubrir las necesidades del niño/a? Pues que no se lograría desarrollar ese sentido de seguridad del apego y, además, se creará una sensación general de desprotección y de peligro.

¿Qué significa esto? Significa que la persona sentiría una preocupación constante acerca de si está protegida, si será abandonada, si es digna de ser amada o si es capaz de mantener próximas a las figuras de apego. Esta preocupación constante lleva al desarrollo de mecanismos de regulación del sistema de apego: la hiperactivación y la hipoactivación.

 

Los estilos de apego

Esta hiperactivación o desactivación del sistema de apego se desarrolla a través de las experiencias interpersonales que vamos teniendo a lo largo de la vida, y las estrategias de búsqueda de contacto y protección las desarrollamos en consonancia con éstas. De ahí que se puedan establecer diferentes estilos relacionales o de apego: seguro, ansioso o evitativo, los cuales se convertirán con el tiempo en patrones rígidos de relación. Es decir, que en función de cómo hayamos sido atendidos en la infancia desarrollaremos unas estrategias para recibir protección y buscar seguridad, que además estarán en armonía con las creencias que tengamos acerca de lo merecedores (o no) que somos de amor y lo capaces que somos de regular nuestras emociones.

Como mencionamos anteriormente, un estilo de apego seguro se caracteriza porque el sistema de apego podría activarse y desactivarse en función del contexto y de las necesidades internas. Se caracteriza, además, por la creencia de “soy competente y digno de ser amado y los demás van a poder entenderme y atenderme”.

La hiperactivación del sistema de apego, más conocido como un estilo de apego ansioso o ambivalente, consiste en realizar grandes esfuerzos por obtener la proximidad, apoyo y protección de la figura de apego que se combina con una (paradójica) falta de confianza en que este apoyo le será brindado. El sistema de apego estaría muy activado y muy orientado a la búsqueda del otro.

La hipoactivación o desactivación del sistema de apego, más conocido como el estilo de apego evitativo, implica la inhibición de esa búsqueda de proximidad, al igual que la negación de las necesidades de afecto de la persona. Es decir, como si abandonase su búsqueda de seguridad en esas figuras de apego. De esta forma, la persona evitativa tendrá la tendencia de mantener una distancia emocional de los demás, y creará la idea de que uno mismo es la única fuente confiable y verdadera de protección.

 

Conociendo nuestro estilo de apego, que es la forma en que como adultos nos relacionamos con los demás, y las creencias de competencia acerca de nosotros mismos, junto con la capacidad de confiar en otras personas cercanas, podremos comprender un poco mejor lo que nos sucede en nuestras relaciones (de amistad, pareja, familiares) y, además, la manera en que podemos regular nuestras emociones.

Si te gustaría profundizar, entender y observar tus relaciones, o si sientes que estás teniendo dificultades para confiar en los demás o para regularte emocionalmente, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.

 

 

[Elena González Armengot]

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