Es probable que alguna vez hayas escuchado el término “asertividad”, muy utilizado en la psicología. Pero, ¿a qué se refiere exactamente? Según la psicóloga Olga Castanyer (2010), podemos definir la asertividad como la “capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Es decir, una persona es asertiva cuando conoce y defiende sus propios derechos asertivos, pero respetando asimismo los derechos de los otros.

Pero, ¿a qué derechos asertivos nos referimos? A continuación, presentamos los más importantes.

  1. El derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
  2. El derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.
  3. El derecho a ser escuchado y tomado en serio.
  4. El derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones, aunque los demás no las entiendan o compartan.
  5. El derecho a decir “NO” sin sentir culpa.
  6. El derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta de que también la otra persona tiene derecho a decirme “NO”.
  7. El derecho a cambiar (de opinión, de intereses, etc.).
  8. El derecho a equivocarme y cometer errores.
  9. El derecho a pedir información y ser informado.
  10. El derecho a decidir no ser asertivo, asumiendo y responsabilizándome de las consecuencias que ello pueda suponer.
  11. El derecho a decidir qué hacer con mis propiedades, cuerpo, tiempo, etc., mientras no se violen los derechos de otras personas.
  12. El derecho a tener éxito y superarme, aun superando a los demás.
  13. El derecho a gozar y disfrutar, a pasármelo bien y no tener que dedicar todo mi tiempo a la productividad.
  14. El derecho a mi descanso y aislamiento, siendo asertivo.

 

Puede que al leerlos te hayan resultado obvios, pero párate a pensar, ¿hay alguno o algunos que te cueste más defender? Generalmente, las personas tenemos muchas dificultades al decir “no”. El resultado puede acabar siendo que nos veamos cumpliendo peticiones de los demás que realmente no queremos hacer, con la consiguiente sensación de malestar hacia el otro y también hacia nosotros mismos. Además, cuando adoptamos un rol pasivo y esta dinámica tiende a repetirse en el tiempo, el impacto que tiene en nuestra autoestima es muy negativo.

 

¿Qué podemos hacer para poner en práctica la asertividad?

 

Hay algunas técnicas que podemos utilizar para decir “no” a los demás de forma que tengamos en consideración nuestros derechos asertivos y los suyos. Aquí proponemos algunos ejemplos:

  • Técnica “sándwich”: se trata de expresar algo positivo antes y después de rechazar la petición que nos hace la otra persona. Ej.: “Me gustaría mucho quedar hoy porque llevamos mucho tiempo sin vernos, pero me es imposible. El jueves estoy disponible, ¿te apetece que nos veamos mejor ese día?”. Es importante que seamos sinceros con los mensajes positivos que transmitimos. Por ejemplo, no tendría sentido proponer una alternativa si lo que queremos es que no nos hagan más la petición. En ese caso, podemos plantear algo como “Muchas gracias por la propuesta, pero no voy a poder ir al plan. Espero que lo paséis muy bien”.
  • Técnica del “disco rayado”: podemos utilizarla cuando alguien está insistiendo mucho en su petición, provocándonos la necesidad de justificarnos y de dar explicaciones que quizá no queramos dar. Lo que haremos será dar el mismo argumento una y otra vez sin perder la calma y sin añadir nuevo contenido. Ej.: “Entiendo que tengas muchas ganas de quedar hoy, pero ya te he dicho que no puedo”.
  • Técnica del “banco de niebla”: puede que la otra persona comience a sacar la artillería pasada y trate de movilizarnos generándonos sensación de culpa. En este caso, lo que podemos hacer es reconocer la razón o posible razón que pueda tener el otro, pero manteniéndonos firmes en nuestra postura de no cambiar nuestra decisión. Ej.: “–Hace mucho tiempo que no quedamos, eres un malqueda, ¿es que no te importamos o qué?”. “–Es cierto, hace tiempo que no nos vemos, pero hoy no puedo ir”.

Puedes comenzar a ponerlas en práctica en las situaciones y con las personas con quien menos dificultades tengas, y según vayas ganando seguridad, puedes ir ampliando a otras con las que te resulte más complicado. Si sientes muchas dificultades a la hora de decir “no” y poner límites a los demás, la terapia psicológica puede resultarte de gran ayuda. Comienza a decir “sí” solo cuando realmente quieres decirlo.

 

 

[Katia Huecas Pérez]

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