Cuando nos hacen esta pregunta, es probable que respondamos únicamente en base a elementos de nuestra salud física: qué tal dormimos, cómo es nuestra dieta, si hacemos o no ejercicio físico, cuáles son nuestras rutinas de higiene… Sin embargo, el autocuidado, además de englobar estos aspectos, es un concepto mucho más amplio. Por autocuidado entendemos todas aquellas prácticas cotidianas que realizamos las personas con el fin de mantener nuestra vida y nuestro estado de salud, desarrollo y bienestar tanto físico como psicológico.

Por eso, por un lado, el autocuidado también se refiere a cómo nos relacionamos con nosotros/as mismos/as. Parte de que seamos conscientes de cuáles son nuestras necesidades y nos permitamos satisfacerlas. No solo cuando sentimos señales corporales como hambre o cansancio, sino también cuando sentimos alguna emoción desagradable (ej. tristeza, ansiedad) y nos permitimos primero sentirla, y después poner en marcha los recursos que nos ayudan a regularnos en lugar de hacer cosas que nos llevan a encontrarnos peor. Por ejemplo, si estamos tristes, es más probable que nos sintamos mejor si buscamos apoyo y quedamos con un amigo para compartir cómo nos encontramos, que si nos quedamos encerrados en casa con la televisión encendida, pero sin realmente estar viendo nada.

Por otro lado, el autocuidado también está determinado por cómo nos relacionamos con los demás. El que podamos tener relaciones sociales donde nos sintamos seguros, respetados y queridos, pero que también nos permitan mantener nuestro espacio de desarrollo personal. Así mismo, que podamos comunicarnos de la forma más asertiva posible a la hora de manejar los conflictos inherentes a toda relación humana.

Aunque parece algo básico, en ocasiones podemos tener dificultades para cuidarnos. A veces tiene que ver con creencias sociales, como que dedicarnos tiempo a nosotros es un lujo innecesario, o que es incluso egoísta. O puede que en nuestro día a día no encontremos espacio para ello, priorizando otras actividades que nos impone nuestra rutina. Lo cierto es que hay algunos aspectos que podemos tener en cuenta en nuestra vida cotidiana para cuidarnos mejor. A continuación, vamos a ver algunos de ellos:

  • Trátate de la forma en la que tratarías a un ser querido. Es importante cuidar la forma en la que nos hablamos y los mensajes que nos enviamos. A veces podemos ser nuestros peores enemigos. Trata de ser compasivo con tus posibles errores de la misma forma que podrías serlo con los de los demás.
  • En las relaciones con los otros, trata de mantener un equilibrio entre los cuidados y los límites. Es importante relacionarnos con personas que nos aportan bienestar y con quienes haya una reciprocidad en términos de cuidados. Pero hasta en las relaciones más estrechas, es importante que podamos marcar unos límites que nos permitan tener en cuenta y respetar también nuestras propias necesidades, además de las de la otra persona.
  • Pide ayuda cuando lo necesites. A veces, aunque nos cueste reconocerlo, no podemos con todo nosotros solos y en nuestro entorno podemos contar con personas de confianza que tratarán de darnos su ayuda sin juzgarnos.
  • Realiza actividades cuyo único objetivo sea la diversión y el disfrute. El descanso y las actividades de ocio son necesidades humanas, no un premio por haber cumplido con toda la lista de actividades productivas que nos requiere el día a día. Necesitamos parar para poder cargar pilas.
  • Cuida tu alimentación y trata de llevar una dieta equilibrada. Realiza las cinco comidas diarias, dedicándoles un espacio para desconectar de otras tareas. Evita saltarte comidas, comer de pie, con prisas o con trabajo delante. Detente a saborear los alimentos, conecta con ese momento.
  • Dale al sueño la importancia que se merece. Respeta las horas de descanso, evita acortarlas o suprimirlas para cubrir otras actividades. Sin suficientes horas de sueño, nuestro funcionamiento cae en picado.
  • Realiza actividad física de forma regular y adaptada a tus capacidades. Elige algún deporte que te guste y con el que disfrutes y te diviertas. Si mantienes una rutina, podrás notar beneficios tanto a nivel físico como a nivel emocional.

En definitiva, las personas tenemos un papel activo en nuestro bienestar y nuestra salud. De acuerdo con la psiquiatra y psicoterapeuta Anabel González, la regla básica del autocuidado es “cuanto peor, mejor”. Es decir, cuanto peor nos encontremos o a más dificultades nos enfrentemos, más y mejor necesitaremos cuidarnos.

Y tú, ¿sientes que tienes dificultades para dedicarte esos espacios? A través del acompañamiento terapéutico, podemos ayudarte.

 

 

[Katia Huecas Pérez]

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