“No somos seres racionales; somos seres emocionales que razonan”
La gestión emocional es la capacidad para manejar las emociones de manera adecuada, permitiendo así alcanzar un equilibrio y bienestar psíquico.
Es común, que en las personas con problemas del estado de ánimo (ansiedad, depresión, fobias) o con otro tipo de trastornos mentales, presenten una desregulación emocional, de modo que trabajar con las emociones es fundamental. La desregulación emocional puede tomar distintas formas: descontrol, evitación, escape o negación de las emociones.
Habitualmente, nuestros pacientes acuden a consulta con una serie de emociones desorganizadas y/o mal controladas.
Por ejemplo, hay personas que tienden a perder los estribos de manera recurrente. Se produce un bloqueo emocional en el que la emoción (cerebro límbico) se desconecta de la reflexión (cerebro cognitivo) y se actúa de forma inmediata. Por ejemplo, si estoy enfadado, grito o golpeo; si tengo miedo, evito todo aquello que me lo genera. Es decir, el margen para tolerar una emoción es muy reducido y ante pequeños estímulos, la persona se desborda.
¿Por qué ocurre eso?
La adecuada gestión emocional está relacionada con las experiencias tempranas del vínculo de apego con nuestras figuras significativas (progenitores o tutores). Es decir, se aprende a regular las emociones en el vínculo de apego con nuestros padres a través de distintos factores como el contacto físico (afecto), la mirada (atención), la palabra e incluso la alimentación…
La carencia de alguno de estos factores, se considera una experiencia traumática para el infante y es esto lo que provoca dicho bloqueo entre el cerebro límbico y el cerebro cognitivo. Así, en la edad adulta, el cerebro límbico no puede expresar de forma adecuada las emociones y lo hace a través de malestar y síntomas psicológicos.
El cerebro emocional controla todo lo que supone el bienestar psicológico, relacional, y una gran parte de la fisiología corporal.
¿Qué hacemos en psicoterapia?
La tarea principal del psicoterapeuta es “reprogramar” el cerebro emocional para que se adapte al presente en lugar de seguir reaccionando a situaciones del pasado (recordemos que el cerebro emocional está desconectado de la reflexión a raíz de una serie de experiencias traumáticas del pasado).
La psicoterapia, como experiencia emocional correctora, consiste en una reparación del apego. El cambio emocional ocurre dándole sentido a las emociones propias a través de la toma de conciencia, la expresión, regulación, reflexión y transformación de la emoción en el contexto de un vínculo entre paciente y terapeuta que facilite estos procesos.
Pero, ¿y qué son las emociones?
La emoción actúa como una guía, proporcionándonos información muy valiosa sobre el entorno y sobre nosotros mismos (si una situación es peligrosa, sentiré miedo y huiré).
La emoción permite conectar con las necesidades que están siendo señaladas por dicha emoción y nos motiva para alcanzarlas.
Todas las emociones son necesarias y cumplen una función. No son ni buenas ni malas, sino que resultan más o menos agradables experimentarlas.
✓ Miedo: aparece ante situaciones amenazantes o de peligro. Tiene una función protectora e implica precaución, nos prepara (huimos o nos enfrentamos).
✓ Rabia: nos advierte de injusticias, de maltratos a nuestra persona, por lo que nos empuja a reparar la situación dañada, de modo que su función es la
autoprotección y autodefensa.
✓ Tristeza: surge ante la pérdida de alguien o algo valioso. Fomenta la introspección, teniendo así una función de reintegración personal.
✓ Sorpresa: aparece ante situaciones novedosas y su función es la de la exploración y orientación.
✓ Alegría: surge cuando logramos algo que deseamos y tiene la función de afiliación y reproducción.
✓ Asco: El asco aparece ante estímulos aversivos. Su función es el rechazo, pues permite alejarnos de aquello que puede resultar nocivo.
Procesos de cambio emocional
Toma de conciencia
En primer lugar, habrá que atender y darse cuenta de lo que se está sintiendo a través del etiquetado correcto de la emoción. En psicoterapia se ayuda a acceder y a aceptar la experiencia de la emoción.
Expresión
Se trata de poder expresar la emoción a través de la palabra. Además, se ayuda a la propia experimentación emocional en la consulta con el terapeuta, como entorno seguro y corrector.
Inhibir emociones genera síntomas psicológicos y daños en el sistema nervioso, cardiovascular, inmunitario, etc., provocando así malestar físico (por ejemplo: dolores estomacales o de cabeza) y toda una serie de enfermedades que responden a ese bloqueo emocional expresado a través del cuerpo.
Regulación
Con la ayuda del terapeuta, se facilita la habilidad para tolerar y manejar las emociones, ampliando así el margen de tolerancia.
Reflexión
Consiste en hablar sobre la emoción, entender por qué está ahí, qué la ha disparado y qué nos quiere decir, con ayuda del psicoterapeuta.
La reflexión emocional nos permite crear un nuevo significado de la experiencia y desarrollar una nueva narrativa de esta. Además, esta fase nos ayuda a identificar el objetivo, necesidad o preocupación que nos señala la experimentación de la emoción.
Transformación
El último modo de tratar con la emoción en terapia implica la transformación de la emoción por otra emoción. Al respecto, la investigación ha demostrado que solo la emoción puede cambiar por otra opuesta más poderosa.
Una emoción agradable puede debilitar el bucle que una emoción desagradable tiene en la mente de una persona, ampliando el repertorio de acciones. Es decir, experiencias de amor, alegría y curiosidad producen una recuperación cardiovascular de emociones negativas más rápidamente que una experiencia neutral (más que pautas o charlas). Es decir, lo que cura o repara es el vínculo.