Entendiendo y desarrollando una mirada compasiva
La autocompasión, como habíamos comentado en un post anterior, consiste en reconocer el sufrimiento de otro (o, en este caso, de uno mismo) y el deseo de aliviarlo. Este concepto engloba el desarrollo de la amabilidad hacia uno mismo y la comprensión y validación del sufrimiento. La autocompasión está compuesta por tres dimensiones: autoamabilidad, sensación de humanidad común y mindfulness.
Elementos de la autocompasión
La primera de ellas, la autoamabilidad, requiere que la persona encuentre maneras o vías de reducir el juicio hacia sí misma desde la aceptación incondicional del sí mismo. La segunda de ellas, la sensación de humanidad común, es la capacidad de la persona de comprender que las dificultades o defectos personales que pueda presentar fortalecen el sentido de pertenencia a un grupo (la humanidad) en lugar de hacerle sentir aislado. Este constructo podría considerarse distintivo entre la autocompasión y otros conceptos relacionados con el sí mismo, como por ejemplo el egocentrismo. De esta forma, se cambia el enfoque del yo a cómo ese yo está conectado con los demás. Por último, se presenta la dimensión de mindfulness. Ésta hace referencia a la capacidad de la persona de ser consciente de su sufrimiento pero no sobreidentificarse con su experiencia de sufrimiento, fracaso o vergüenza. Las personas que se identifican excesivamente son conscientes de ese sufrimiento, pero llegan a la dramatización de éste y dejan de lado todo lo demás. Otras rutas como la evitación, la distracción o el adormecimiento implican un intento de evitación experiencial y del dolor emocional. La dimensión de mindfulness o atención plena hace referencia, entonces, a la capacidad de la persona de mantener la atención en su dolor y, al mismo tiempo, no identificarse con él; aceptar su presencia y atenderlo.
¿Cómo me protege la voz autocompasiva?
La autocompasión y la autocrítica guardan una relación inversa: cuanto mayor es la autocrítica, menor es la autocompasión. Si existe una alta autocompasión y una baja autocrítica, la salud mental de la persona permanecerá mejor y estable, e incluso mayores sentimientos de felicidad tendrá la persona. A través de nuestra voz autocompasiva, desarrollamos nuevas formas de protegernos, sin necesidad de recurrir al castigo de uno mismo para mejorar, sino pudiendo entender nuestros errores y nuestro dolor como un elemento más de la existencia y como parte inherente a la vida. Cuando nos hablamos con amabilidad y aceptación podemos desarrollar una estrategia alternativa a la crítica para mejorarnos a nosotros mismos, además de promover una figura de cuidado y de respeto dentro de nosotros mismos.
Autocuidados
Este discurso interno amable es una forma que tenemos de mantener un autocuidado y autorrespeto. Y es que el autocuidado es la capacidad de estar atentos a lo que nos sucede a nivel físico y emocional, además de poder validar esas experiencias, sin juzgarlas o emitiendo juicios de valor. Por tanto, la voz autocompasiva nos ayuda a cuidarnos, responsabilizarnos y atendernos a nosotros mismos.
Y tú, ¿cómo te hablas? ¿cómo te cuidas? Si te gustaría desarrollar una mirada y una relación más amable contigo misma, si sientes que necesitas acudir a un especialista, no dudes en contactarnos.
[Elena González Armengot]