¿Cuánto cuidado le estás dedicando a tomar consciencia de tus procesos mentales y a los procesos vitales de tu cuerpo?

Vivimos en una sociedad en la que es habitual permanecer desconectados de nosotros/as mismos/a, sintiéndonos absorbidos/as con múltiples estímulos externos como la tecnología, las redes sociales, el trabajo, los problemas cotidianos… Todo esto dificulta que tengamos tiempo de hacer un parón y ser consciente de  nosotros/as, reconectar con cómo nos sentimos, con cómo está nuestro cuerpo (si tenemos algún dolor, si sentimos tensión en las cervicales…). Lo habitual, es continuar y continuar, sin mirar, ocasionando esto mayor malestar general.

¿Qué nos incentiva a evitar y vivir desconectados de nuestra realidad?

  • La paradoja del sufrimiento, tiene que ver con las conductas que empleamos a corto plazo para no sufrir y evitar dichas sensaciones desagradables. Estas son las que están generando a largo plazo la cosecha del sentimiento de no estar llevando la vida que queremos, donde nuestras conductas están limitadas y encaminadas a “paliar” nuestro malestar.
  • La evitación experiencial, es la que causa la mayoría de nuestro malestar general. El no escuchar nuestros pensamientos, o nuestras emociones (evitando pensar para no sufrir, es un modo de regulación rígida, con la única finalidad de no conectar con el malestar pero alejándonos del camino del autocuidado). Por ello, desde la terapia se trabaja la importancia de sentir aquello que se evita para poder tomar la dirección hacia lo que es importante para poder tomar decisiones. Hablamos de la aceptación con consciencia de cómo son las cosas, sin que estas situaciones nos lleguen a invalidar.

¿Cuándo esto se convierte en un problema para la salud?  ¿Cuándo recurrimos a pedir ayuda?

El problema, por ende, no está en la persona, sino en la estrategia que se está siguiendo para afrontar algo que es inherente al ser humano, como son las experiencias del amor, de la alegría y como no: del sufrimiento y dolor. Es habitual que solicitemos ayuda a los profesionales sanitarios una vez que ya el problema es más que visible, pero sería deseable que pudiésemos trabajar en la dirección de desarrollar la capacidad de prevenir dicho malestar. No hemos aprendido a relajarnos, a cuidar de nosotros/as mismos/as y a dedicarnos un tiempo diario en pensar qué queremos, qué nos motiva, qué nos ilusiona, o cuáles son nuestros hobbies. Y esto lleva muchas veces a desarrollar problemas en la salud mental y emocional; depresiones, estado de ánimo bajo, apatía, desmotivación, etc.

 

¿Qué claves son importantes para poner foco en lo que realmente es importante para ti y, así, poder avanzar en la dirección deseada?

En la terapia uno de los puntos en los que trabajamos son los valores personales, que consisten en hacer conscientes todos aquellos deseos profundos de cómo queremos vernos y comportarnos. Los valores son la brújula que nos guía y nos ayuda a mantenernos en el camino. Un valor puede ser la manera en la que queremos actuar, nuestras actitudes frente a la vida, con las personas que nos rodean. Los valores, no son metas en el futuro. Los valores son cualidades de acción que pertenecen al presente, conductas que realizamos y que nos hacen sentir bien con nosotros/as mismos/as. Se realizan por el valor que tienen a nivel personal, se eligen libremente, no están guiados por reglas externas, son deseos profundos que nacen de nuestro ser.

En ocasiones, el problema también reside en el apego que tenemos a las propias creencias, no tanto en su contenido. ¿Y si nos convirtiésemos en testigos de ellos y no se convirtiesen en los protagonistas? De esta forma podríamos tomar el mando eligiendo hacia dónde queremos dar nuestros pasos con flexibilidad. El apego a los pensamientos puede resultar negativo tanto con los pensamientos positivos (por ejemplo: “soy incondicional para mi madre en los cuidados”, esto nos llevaría a perder la capacidad de poner límites, priorizarnos y cuidarnos), como con los pensamientos negativos (“no soy capaz de hacer nada solo/a”, esto nos llevaría a necesitar un apoyo para todo de los demás por la falta de confianza). Todo depende de  la importancia que le otorguemos y lo aferrados que nos sintamos a dichas creencias.

Algunas recomendaciones de actividades que te pueden ayudar a reconectar contigo en el momento presente:

  • Hacer respiraciones conscientes.
  • Conectar y dejar salir las emociones.
  • Hacer deporte, a ser posible en contacto con la naturaleza.
  • Realizar agradecimientos en el día.
  • Salir a caminar por lugares que te gusten y observar lo que hay a tu alrededor y escucharte.
  • Escribir en un diario cómo te sientes.
  • Dar y recibir un abrazo.
  • Visitar o llamar a alguien que quieres.
  • Escuchar una audioguía para hacer un recorrido corporal de consciencia plena sobre tu cuerpo.

La finalidad de este artículo es invitarte a que cultives un espacio personal para ti, que te permita elegir, aceptando el aquí y el ahora tal cual es y estando presente en el día a día. Permite que el momento presente se convierta en el momento más preciado y lleva tu atención a las sensaciones que van surgiendo sin reaccionar, simplemente observándolas.

Gracias por permitirme que te acompañe en tu proceso terapéutico para que consigas construir una vida más presente, compasiva y plena.

“La inspiración que buscas, está dentro de ti. Quédate en silencio y escucha” Rumi.

¿Hablamos?

 

[Cristina Rodríguez Pérez]

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