La infancia es un momento crucial en la vida de cualquier ser humano, ya que es cuando se va construyendo la propia identidad. Este proceso se da a través del aprendizaje relacional entre las distintas esferas que envuelven la experiencia de cada persona. Además, tenemos que tener en cuenta que va a haber influencias más directas, como las vivencias familiares o escolares, e influencias más indirectas, pero no por ello con menos poder, como los medios de comunicación, el contexto o el bagaje cultural de una sociedad.

Al nacer, inevitablemente, es otra u otro adulto quien se debería encargar de cubrir nuestras necesidades, hasta que poco a poco podamos encargarnos de ellas. Pero estas influencias nombradas con anterioridad, tienden a normalizar patrones de conducta que un menor o una menor no pueden elegir. Son estos mismos patrones los que a veces ponen en riesgo la construcción del propio psiquismo.

Así, cuando estamos en una etapa adulta y pensamos en iniciar un proceso terapéutico, en general es porque estamos conectando con sufrimiento debido al modo en que hemos aprendido a estar en el mundo. Este sufrimiento consigue tapar, en muchas ocasiones, algo tan básico como la expresión de la alegría. Por eso, uno de los objetivos a trabajar será buscar vías para recuperar esa sonrisa.

¿Cómo se consigue esto?

Un proceso terapéutico no es fácil, puesto que se remueven todos esos malestares que se han ido tapando, incluso sin darnos cuenta. Parte del camino consistirá en poner nombre a nuestras vivencias y conectar con las emociones que generan. Solo así podremos saber qué maneras de actuar conectan con nuestros valores y nuestras maneras de ver la vida o cuáles provienen de discursos totalizadores que nos obligan a actuar desde presiones y culpas.

Para ello, también es necesario revisar qué estrategias y habilidades tenemos y decidir cuáles queremos seguir utilizando, así como en qué situaciones. Todo ello no será posible hasta que no nos sintamos protagonistas de nuestra propia historia y con derecho de poder elegir cómo la queremos seguir escribiendo.

¿Qué dificultades pueden aparecer?

Cuando podemos escuchar con más afinidad lo que sentimos y lo que necesitamos, es frecuente que venga el enfado, la nostalgia y la tristeza, incluso hacia personas importantes. Esto se debe, a que como menores no pudimos elegir lo que nos dañó y lo que no se cuidó.

Es importante dar lugar a estas emociones, aunque nos incomoden y nos generen malestar, ya que se corresponden con la transición de reconocer las heridas que tenemos y así revisar lo que hoy sí podemos cubrirnos a nosotros y a nosotras mismas.

¿Qué nos puede ayudar en el proceso?

No siempre vamos a poder ni a querer poder con todo. Por eso, depende del momento que estemos atravesando, buscar redes de apoyo, grupos de acompañamiento, actividades en las que nos sintamos cuidados y cuidadas o acercarnos a personas que nos apoyen o acompañen, va a ser de especial importancia.

Esto también va a formar parte de aprender a cubrir las propias necesidades de maneras diferentes.

Si sientes que necesitas acompañamiento para conectar contigo mismo/a, no dudes en contactarnos.

 

[Carmen Santamaría Justo]

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