A terapia llegamos muchas veces con un síntoma que nos molesta, que nos hace el día a día más complicado. Los síntomas no son más que una manera que tiene nuestro cuerpo y «self» de expresar un malestar emocional; de comunicar que una necesidad no está siendo escuchada.
En la sociedad donde vivimos, donde existe una tendencia dirigida hacia el consumismo de experiencias y objetos materiales, a veces se nos hace difícil encontrar un espacio para dirigir la atención hacia el interior, y conectar con aquello que estamos necesitando en el aquí y ahora. Un estilo de vida dirigido a tener los días llenos de planes, y dirigidos hacia el estar afuera, por lo que a veces aparecen malestares emocionales conectados con la falta de espacios para estar en el adentro.
Los espacios hacia el interior son necesarios para mantener un equilibrio, y para que el estar hacia el afuera se pueda realizar estando presente. Gracias a estos espacios internos, podemos integrar y colocar aquello que acontece en el entorno y los vínculos que mantengo. Los espacios con nosotros mismos son oportunidades para poder ser conscientes de qué tipo de vida y vínculos estamos construyendo, y hacia dónde nos dirigimos. Estos espacios nos permiten conectar con la diversidad de emociones que son brújula en nuestras vidas, a la hora de tomar decisiones, por ejemplo, ya que están en contacto con las necesidades del presente.
La sintomatología ansiosa tiende a aparecer cuando existe una distancia notable, un océano entre mi yo ideal, a eso que yo aspiro, eso que me gustaría ser, y mi yo actual. De ahí la importancia de conectar con los valores propios, e ir pasito a paso, en la construcción hacia aquello que nos brinda calma, paz.
Este tipo de construcciones necesitan de espacios dirigidos hacia el interior, quizás puedas empezar por cultivar momentos que inviten a conectar con lo que verdaderamente eres y sientes. Te invito a cerrar los ojos y visualizarte en un espacio que te conecte con lo agradable, con un lugar tranquilo. Y imaginarte, cómo sería el encuentro entre tu yo actual e ideal: ¿Qué cosas se dirían? ¿Qué conocimientos, sabidurías se compartirían? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo notas esas diferencias, en qué lo notas?
Este océano tiene mucho que ver con la falta de límites. A veces, dejamos entrar en nuestras vidas a personas, lugares, trabajos, energías… que nos alejan de aquello que deseamos. ¿Cómo sería el poder darme cuenta qué tipo de persona me estoy convirtiendo y qué tipo de vida estoy construyendo? ¿Siento que tengo que poner algún tipo de límite?
Esta construcción suele estar ligada a una deconstrucción de aquellos mandatos, creencias, estilos de vida que los diferentes sistemas que nos rodean – familiar, comunitario, cultural… – nos han transmitido. Es decir, el poder realizar un ejercicio de diferenciación entre aquello que se me impone y aquello que necesito hoy, aquello que quisiera ir construyendo en el mañana.
Para ello, una vez más, el tener ratitos de calma y conexión interna tiende a ser de gran ayuda. El hablar con una misma en voz alta, el escribir o cualquier tipo de expresión artística, el rodearse con la naturaleza, la meditación… pueden ayudarnos a dirigir la mirada hacia lo nuclear.
Muchas veces, la clave suele estar en prestar atención y dar amor a aquellas áreas de nuestras vidas en las que podemos sentir contradicciones o conflictos internos. Quizás sea una parte sabia de nosotras que mire con compasión hacia otra parte más crítica, evitativa, o ansiosa, que nos intenta proteger de lo doloroso; sin darse cuenta de que esa evitación emocional nos lleva a malestares emocionales importantes a largo plazo. Y es que la sanación no tiene tanto que ver con estar felices y bien, sino con alcanzar la serenidad, aún cuando sintamos dolor por el ser querido perdido, enfado por situaciones de injusticia social… Es decir, el crear en ti un hogar donde volver y ser
siempre que lo necesites. Que lo doloroso no tambalee tu valor como persona, tu identidad.
Ojalá puedas construir puente y conectar los océanos.