Septiembre llega a su fin, por lo que es momento de ponernos manos a la obra con todos los propósitos que nos hemos marcado.
En este mes, la mayoría nos despedimos del período de vacaciones donde hemos podido desconectar de nuestra rutina y donde hemos cargado las pilas para enfrentarnos a la nueva etapa que comienza. Aunque no se trata del principio de un nuevo año, dada la tradición que viene heredada del colegio con el comienzo de un nuevo curso escolar, las personas solemos utilizar este mes como el momento de transición. Es aquí cundo pasamos del estado de relax conseguido durante las vacaciones, al regreso a nuestra vida normal, y donde nos marcarnos una serie de metas que intentaremos lograr en los próximos meses. Es el mes de los buenos propósitos, donde nos preparamos mentalmente para los cambios que queremos llevar a cabo de ahora en adelante.
Cambios en todas las esferas
A nivel profesional, el mes de septiembre puede ser el momento de plantearse en qué punto me encuentro y a dónde quiero llegar. Esta reflexión a veces nos empuja a emprender nuevos proyectos, a llevar a cabo cambios en el trabajo, a iniciar nuevos cursos formativos, estudiar nuevos idiomas…
En nuestra vida personal, este momento también puede ser bueno para que se produzcan cambios: en la convivencia, mudarse a un sitio nuevo, iniciar una relación o un proyecto de vida en común con otra persona, aumentar la familia, llevar un estilo de vida diferente en el que decido cuidarme apostando por el ejercicio físico y una dieta más sana, etc.
Actitud positiva y orientada a conseguir mis objetivos
Para poder afrontar todos los cambios que vienen a partir de ahora, es fundamental mantener una actitud positiva, creer en nosotros mismos y abordar todos los propósitos con ilusión. Alejarnos de pensamientos negativos y pesimistas nos ayudará a alcanzar la motivación suficiente para poder conseguir aquello que nos hemos propuesto.
Es normal que en cualquier proceso de cambio, al principio puedan aparecer momentos más complicados en que las cosas no salgan como nos las habíamos imaginado y sintamos cierta frustración. Esto es algo con lo que tenemos que contar, pues a veces cambiar hábitos y orientarlos a conseguir mis objetivos es un trabajo que requiere un proceso, por lo que no flaquear en ningún momento es algo que no suele corresponderse con la realidad.
Como hemos dicho anteriormente, tenemos que intentar mantener una actitud positiva y no desanimarnos. Interpretar los obstáculos que aparezcan en el camino como pequeños nuevos retos ayudará a fortalecernos como personas y a sentirnos más seguros de nuestras capacidades.
Todo esto nos ayudará a mejorar nuestra autoestima, a creernos capaces de enfrentar todo lo que se nos ponga por delante y a sentirnos mejor con nosotros mismos.