A pesar de que la muerte es un hecho biológico y universal, es un concepto que no produce indiferencia y la manera de entenderla está muy envuelta por la cultura en la que nos encontremos.

Somos seres sociales que formamos nuestra identidad a partir de experiencias y aprendizajes que se van dando en la relación con otras personas. Uniendo las diferentes vivencias, vamos construyendo relatos que nos ofrecen un significado y una coherencia en cada historia vivida a través de nuestros propios ojos. Esto genera diferentes efectos:

  • La identidad se va forjando en el compartir.
  • Cada vínculo que establecemos provoca que contribuyamos en la vida de otras personas.
  • En estas sinergias cobran interés distintos valores que se van transmitiendo.
  • Aquellos valores que consideramos significativos, los incorporamos en nuestro presente y nuestra manera de actuar.

 

La importancia de los vínculos

Cuando alguien fallece, esa pequeña parte de nuestra identidad se tambalea. A menudo, aparecen cambios en las dinámicas familiares o en círculos de amistad, puesto que también se genera un desajuste en los roles que había establecidos. Tampoco sabemos muy bien cómo va a afectar a nuestro día a día y qué tipo de situaciones, a partir de ahora, se van a tornar un poco más difíciles.

Es común que aparezca la tristeza y que, incluso, nos acompañe en fechas o eventos señalados, pero no por ello se debe invisibilizar toda su experiencia de vida. Esa persona ha sido, es y será alguien importante que influyó en nuestra manera de estar en el mundo. Dicho vínculo no desaparece mientras cada una lo mantenga vivo, ya que esta construcción queda en nuestro interior.

 

¿Qué crees que esa persona se quedó de ti?

La conexión es mutua, y nuestra propia autenticidad también contribuye a la creación de otros relatos. Sentir aceptación nos conecta con darnos cuenta de la mirada que la otra o el otro tiene acerca de lo que estimamos, pudiendo incorporarlo también a su vida, y eso es algo que se ha llevado.

 

Honrar lo compartido y recuperar los legados

Por eso, nos podemos tomar un tiempo para descubrir de qué manera honrar su legado más allá de la muerte y compartir esos “grandes tesoros” que se han creado en común, como probar la receta de las croquetas, enseñar ese juego de mesa de la infancia, recorrer aquellos lugares que se llenaron de significado, la calidez de una mirada, un cariño o un paseo mágico en esa curiosa paleta de colores que presenta el otoño.

 

¿Estás pudiendo transmitir sus valores?

Esta es una forma de poder encajar esa pieza de puzle que en algún momento pareció que quedaba suelta, pero que seguía teniendo su lugar en nuestro presente. Desde esta mirada podremos seguir orientando nuestros pasos futuros con todas esas sabidurías adquiridas y tener un poquito más cerca esas voces que necesitemos ante determinadas situaciones.

Hay lágrimas que seguirán apareciendo, pero quizá ya desde un lugar que produzca un poquito más de alivio, para poder decir «hola» de nuevo y sentir la libertad de expresar también lo que duele.

Déjame que te acompañe

 

[Carmen Santamaría Justo]

 

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