¿Qué es trauma?

Trauma es una palabra que procede del griego y significa herida. Se entiende por experiencia traumática el haber estado expuesto a un acontecimiento amenazante o catastrófico, inevitable y que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona.

Para un/a niño/a, cualquiera puede ser una experiencia estresante o amenazante porque nada puede evitar y porque todavía no ha desarrollado mecanismos de afrontamiento. De hecho, la práctica profesional nos demuestra que las experiencias traumáticas forman
parte de lo cotidiano, es decir, traumático puede ser cualquier acontecimiento que genera un gran impacto emocional.

Existen dos tipos de trauma:
-Trauma tipo I o trauma simple, que se deriva de una única experiencia, a modo de fuerte golpe emocional, como puede ser un desastre natural, un accidente de tráfico o una violación.
-Trauma tipo II o trauma complejo (estrés crónico), que hace referencia a una serie de experiencias que, de manera continuada tienen consecuencias psicoemocionales graves. Experiencias como la negligencia parental, inversión de roles, falta de disponibilidad de los padres, maltrato, abuso, etc…

 

Consecuencias tras la experiencia traumática

Dependiendo de cuál sea la naturaleza del acontecimiento traumático y cuál sea el discurso que el contexto tiene que pronunciar sobre dicho acontecimiento, se permitirá hablar o se invitará a callar.

Para que no se produzca herida traumática tras un acontecimiento perturbador, es necesario hablar de ello y pensar en ello con nuestras figuras de apego. Sin embargo, habitualmente nuestro contexto no favorece que llevemos a cabo estas tareas… nos pide silencio. Diariamente se suele escuchar “olvídate, pasa página” cuando algo nos afecta significativamente y lo compartimos con los demás. Peor es cuando de manera explícita se dice a un niño: “calla, no digas tonterías”, “de estas cosas no se hablan”, “eso no es verdad”.
Así, aprendemos a silenciar, y al ser adultos no tenemos palabras para todo aquello que nos ocurrió y nos afectó (ni lo entendemos, ni tenemos conciencia de ello), instalándose definitivamente una herida…

No obstante, tenemos un mecanismo de defensa, el de la disociación, que permite dejar fuera de la conciencia aquello que fue traumático para poder sobrevivir, porque en su día no pudimos hablar de ello ni pensar en ello. En consecuencia, no hay resolución adaptativa de dicha experiencia y se manifiesta a través de síntomas psicológicos, como puede ser la ansiedad, entre otros muchos. Y son estos síntomas los que nos encontramos en consulta.

 

¿Cómo se trabaja el trauma en psicoterapia a través de EMDR?

Si la disociación es separar información, la integración es recuperar información, siendo este el objetivo de la psicoterapia.
Esto se consigue, en primer lugar, poniendo palabras, traduciendo y resignificando la experiencia interna (pensamientos, emociones y sensaciones) que produjo el acontecimiento perturbador, para después legitimarla, regularla y elaborar pérdidas (hacer duelos). De este modo, la experiencia se transforma en aprendizaje produciendo crecimiento postraumático.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el ser humano dispone, de forma innata, de un sistema de procesamiento adaptativo de la información (PAI) en relación a acontecimientos que producen impacto emocional. Este sistema sería equivalente al sistema inmunitario (el cual lucha contra virus, bacterias y otros agentes). Pues bien, el PAI se activa de forma natural durante el día, cuando se habla de ello y se piensa en ello con las figuras de apego. Y por la noche, se activa durante la fase REM del sueño, con el movimiento sacádico de los ojos. Todo ello (hablar de ello, pensar en ello y soñar con ello), permite reprocesar aquellas experiencias impactantes del día a día. Sin embargo, un acontecimiento traumático o un estrés cronificado, puede interrumpir este sistema.

EMDR es el acrónimo en inglés de Eye Movement Desensitization and Reprocessing y da nombre a una técnica psicoterapéutica especialmente indicada para el trabajo con las experiencias traumáticas y que se traduce como: Desensibilización y Reprocesamiento por
el Movimiento Ocular. La estimulación bilateral, como base de la técnica EMDR, permite el reprocesamiento de la experiencia traumática. Es decir, revierte el equilibrio del sistema PAI para que pueda funcionar y se alcance integración y resolución. Esto es lo que hacemos con nuestros pacientes cuando les indicamos que sigan el movimiento de nuestros dedos con sus ojos, cuando les hacemos toques alternantes en sus manos, piernas u hombros (tapping) o cuando les ponemos unos auriculares con sonidos alternantes. Son las diferentes maneras
de producir estimulación bilateral, siendo ésta la responsable de conseguir lo que el cerebro realiza de manera natural en fase REM: sincronizar los hemisferios cerebrales y actuar sobre estructuras cerebrales como la amígdala y el tálamo, implicadas en la integración de las experiencias.

Desarrollada por Francine Shapiro en 1987, la técnica EMDR ha demostrado su validez y fiabilidad y la han llevado a ser reconocida en 2010 como una psicoterapia basada en la evidencia y a ser recomendada en 2012 por la O.M.S. en el tratamiento del trastorno por
estrés postraumático en niños y adultos.

 

 

[Eugenia Valdemoro Beitia]

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