En muchas relaciones de pareja, se originan conflictos debido a que las diferencias se convierten en dificultades y se hace arduo el cómo gestionar estas, pues observar que la otra parte no piensa igual que nosotros, a veces nos puede asustar, e interpretamos esto de manera negativa, hasta tal punto que acabamos vivenciando estas discrepancias como incompatibilidades, lo que resulta por sí mismo una formulación negativa, cuando en realidad podría ser una oportunidad para la complementariedad; aportando rasgos del otro/a positivamente dentro de la pareja para el propio crecimiento personal individual. La forma que tenemos de manejar las incompatibilidades a veces son a través de actos de los que no nos damos cuenta, pero que producen daño, aunque creemos que podrían ser “soluciones” a esas diferencias:
- La coerción: mediante la cual se ejerce presión, desde una represión e imposición de cómo deben o tienen que hacerse las cosas, se puede entender como una forma de maltrato.
- El vilipendio: desprecio o denigración grave hacia la otra persona.
- La polarización: esta forma de responder a las diferencias ocasiona gran malestar, no es en sí las diferencias o el desacuerdo sino, las interpretaciones dicotómicas “blanco o negro”, o la etiquetación negativa: “egoísta”, “inmaduro”, “culpable”.
Los psicólogos; Kenneth W. Thomas de la Universidad de California en los Ángeles y Ralph H Kilmann de la Universidad de Pittsburg han desarrollado en los años setenta el test TKI (Thomas-Kilmann Instrument) en el que desarrollan los diferentes estilos o modos de resolución de los conflictos:
- Estilo Competidor: se da en las situaciones en las que ponemos nuestras necesidades por encima de las necesidades de los demás. Es el comportamiento en el que se defienden los derechos o la postura por encima del otro/a, en el que tenderemos a querer ganar cueste lo que cueste haciendo valer nuestra posición.
- Estilo Complaciente: estaría en el eje contrario. En este caso priorizaríamos las necesidades de los demás dejando de lado las propias. Este comportamiento puede mostrar altruismo o generosidad.
- Estilo Evasivo: es cuando actuamos eludiendo el conflicto, como si este no existiese. Llevándonos a la no gestión del mismo o a dejar en manos de otros su liderazgo y resolución. Tiende a ser muy útil en los casos de conflictos poco relevantes o de baja intensidad o aquellos que podemos retrasar en el tiempo sin dificultad o sin que haya una repercusión en nuestro futuro.
- Estilo Colaborador: en este enfoque lo que se buscará es un “win-win”, en esta forma de manejar los conflictos se procura dar con una solución que satisfaga a todas las partes implicadas.
- Estilo Comprometido: en este enfoque hay cesión y ganancias por ambas partes. Se da una situación en la que ninguna de las partes se llevará el 100% de lo que quiere y que, por lo tanto, se llega a una negociación.
Independientemente de las diferencias y el estilo personal de cada uno/a, también hay que tener en cuenta que existen una serie de vulnerabilidades o temas de cada pareja que se basaría en la historia personal y familiar de cada miembro: la historia personal de cada uno/a es la que determina que se sienta querido/a o rechazado/a en algunas situaciones dentro de la relación de pareja, muchas veces se tratarán de falsas alarmas que pueden estar conectadas en cómo se ha sentido esa persona en otras situaciones del pasado, con otros vínculos. Algunas de las vulnerabilidades más comunes dentro de las parejas según la Terapia Integral de Pareja (IBCT) son:
- Proximidad- distancia deseada
- Control- responsabilidad manejada
- Actitud convencional- actitud “alternativa”
- Actitud artística ante la vida – actitud científica
- “Tú no me amas”- “No eres tú el que no me ama”
¿Qué estrategias positivas podemos aplicar en nuestra pareja para afrontar los conflictos?
La unión empática, acercándonos al dolor de forma que seamos capaces de manifestarlo sin ejercer acusaciones hacia el otro/a, para que ninguna de las partes se sienta atacada y poder alcanzar una aceptación de la situación.
Separación unificada, en la que cada uno de los miembros de la pareja es capaz de distanciarse para ver el problema desde fuera; externalizándolo y así poder resolverlo juntos en vez de enfrentados.
Tolerancia: otra modalidad es a través de la aceptación del comportamiento del otro lo mejor posible, con exposición a lo doloroso para que vaya perdiendo parte de su carga aversiva y se llegue a la aceptación.
Si estás en una situación conflictiva con tu pareja, no lográis llegar a acuerdos y existe mucho malestar en vuestra relación que no conseguís manejar, la terapia de pareja es una modalidad constructiva y sana para aprender a resolver los problemas dentro de la pareja, ganando herramientas y estrategias para lograr los objetivos en común.