¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva permite entablar y mantener relaciones saludables, a partir de la honestidad con uno mismo y los demás. Consiste en no dar por hecho cosas que no se hablaron o hablar de forma clara, sin ambigüedades, para evitar que se forme caos y desorden en la vida de la otra persona, vínculo o relación.
En ocasiones, los miedos y las inseguridades pueden llevar a crear en ciertas personas corazas emocionales, que les llevarán a adoptar actitudes evitativas en la relación con los demás. De este modo, no se plantearán de forma clara y honesta los deseos o las necesidades en la relación con el otro, por miedo a generar un conflicto. Esto hace que se construyan relaciones deshonestas (con uno mismo y con los demás), que ocasionarán malestar y sufrimiento en alguna de las partes, al no establecerse una comunicación directa dentro de la relación, para que así cada persona pueda ser consciente y decidir qué lugar quiere ocupar en la misma.
En la actualidad y a raíz de la pandemia, junto con el uso de las nuevas tecnologías, se ha reforzado aún más la idea de vivir el “presente” y la creencia de que “la vida es efímera”, por lo que, se observa que ha habido un cambio social y, como consecuencia, se han incrementado los estilos de relaciones que perduran poco en el tiempo. El presentismo, el abuso y mal uso de las tecnologías, junto con el placer de lo inmediato, se han convertido en aliados para incentivar los encuentros express.
Diferentes autores, en diversas partes del mundo han categorizado “nuevas formas de relacionarse de forma amorosa” que se convierten en un claro ejemplo de la negligencia o falta de responsabilidad afectiva que existen en las actuales relaciones personales. A menudo, estas dinámicas provocan heridas emocionales que no somos capaces de manejar. A continuación, se explican algunos de estos términos que se han puesto de moda, fruto del avance de las redes sociales y nuevas aplicaciones para entablar relaciones, y de este cambio social que llevamos observando:
- “Ghosting” (derivado del inglés; fantasma): o “desaparecer”, es decir, cortar toda comunicación sin dar explicaciones.
- “Lovebombing”, o “bombardeo amoroso”, busca influir en una persona y cautivarla a través de gestos afectuosos exagerados, cuyo objetivo es la manipulación. No es fácil identificarlo, pero alguna de las claves podrían ser detectar cumplidos excesivos o gestos poco genuinos.
- “Breadcrumb”, o “migas de pan”, es la tendencia por la que la persona no quiere asumir compromiso pero dejan migajas para que exista un enganche a la relación con la falsa creencia de que están interesados/as.
- “Benching”, o “dejar a alguien en el banquillo” consiste en mantener conversaciones con la persona de interés de tipo intermitente, con la intención de que la otra persona continúe interesado/a sin llegar a concretar nada, y sin tener intenciones de ello hasta conseguir el reemplazo.
- “Cushioning”: se da en relaciones, donde se tienen citas con varios cushions (almohadones) que son personas que sirven de sostén, cuando la relación principal se ha roto o no funciona. El objetivo que tiene es de paliar el sufrimiento para no quedarse solo/a cuando la relación termina, como una forma de autoprotección.
- Luz de gas o “gaslighting”: se trata de una manipulación de la percepción de la realidad del otro, negando la realidad, cambiando lo ocurrido o presentando información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su criterio, su percepción y su memoria.
¿Cuál es el impacto en la salud ante la NO responsabilidad afectiva?
Las consecuencias más visibles son: que nos deshumanizamos, nos volvemos carentes de empatía con las otras personas, suprimimos o nos distanciamos cada vez más de nuestras emociones, anulamos la de los demás o las minimizamos hasta el punto de no reconocer el impacto que tienen nuestros actos. Algunas de las expresiones de esto son: el alejamiento como forma de chantaje y manipulación (a muchas veces inconsciente), no valorar ni respetar los sentimientos y preocupaciones de la otra persona, y no reconocer las propias acciones y las consecuencias que estas provocan.
En cambio, la responsabilidad afectiva, SÍ es:
- Validar y dejar expresar los sentimientos de la otra persona.
- Hablar sobre nuestros sentimientos y expectativas sobre la relación.
- Comunicar asertivamente, con claridad, empatía y sobretodo, honestidad lo que sentimos. No permitiendo la ambigüedad en los discursos, sin hacer ver a la otra persona que tiene que adivinar lo que pienso o siento.
- Establecer relaciones conscientes, simétricas, recíprocas y horizontales. Con el fin de prevenir tanto la dependencia emocional como los abusos de poder o violencia.
- Cooperar, acordar y cumplir con los acuerdos establecidos.
- Ser consciente de que nuestras acciones pueden tener repercusiones en el otro/a.
- Poner límites recíprocos en la relación con el fin de mantener relaciones personales sanas y de respeto:
¿Cuáles son los límites de la responsabilidad afectiva?
- “Somos responsables afectivamente”: hay que tratar de asumir la responsabilidad de nuestros actos, siendo conscientes de la manera que pueden influir en los demás.
- “No eres responsable de lo que sienta el otro/a”, en cambio, “Sí eres responsable de cómo te comportas frente a los demás”, es decir, de cómo le dices las cosas, de si has propiciado que haya confusión respecto a lo que estaba ocurriendo en la relación, de si no has puesto límites que eran necesarios.
- “Cada uno somos responsables de nuestras emociones y de cómo nos sentimos”. No todo depende de los demás, por ello, tenemos la capacidad y el deber de gestionar nuestras emociones sin necesidad de buscar culpables fuera. Muchas veces, las emociones tienen que ver con la historia de cada uno/a.
Si sientes que tienes dificultades en identificar qué quieres y plantearlo de forma clara en tus relaciones. O si por otro lado sientes inseguridades en un vínculo que te conectan con el malestar, estamos aquí para acompañarte.