El chantaje emocional, es una forma irrespetuosa, agresiva e inadecuada de comunicación. Tiene como finalidad generar culpa sobre la otra persona para así ejercer control, causándole mucho malestar, obligación y miedo para que actúe como uno/a quiere.
Algunas de las frases más típicas de un manipulador/a son: “tú verás lo que haces”, “si te va mal no me pidas ayuda”, “te va a pesar sobre tu conciencia” Con estos ejemplos observamos algunas de las formas comunes en las que se manifiesta esta práctica de comunicación dañina. En ocasiones, la manipulación suele ser muy sutil lo que facilita que pase desapercibida.
Causas: “chantajista” y “chantajeado”
Las principales causas que provocan este tipo de comunicación, por parte del “chantajista” puede ser:
Su personalidad: son personas con algún desorden o patología, como los trastornos de personalidad (Narcisistas y Personalidades Límites de la Personalidad…) con un estilo de comunicación agresiva y carente de asertividad y empatía al no respetar los deseos y derechos de los demás.
Dificultades personales: por inseguridad personal, baja autoestima, insatisfacción personal, celos, miedo al abandono, temor a la soledad, dependencia emocional, etc. Con el fin de confirmar constantemente el amor de los demás hacia ellos/as u obtener reconocimiento personal. Las personas que han sido “sobreprotegidas” y que toleran mal la frustración, también podrían desarrollar la tendencia a las conductas manipulativas.
Por otro lado, la víctima por miedo al abandono permanece en esa situación de malestar, lo que favorece que el “chantajista” se ponga en una posición de poder sobre ésta. Ambos suelen actuar así desde un modelo de aprendizaje en la infancia, de sus padres o de su familia de origen. Normalizan ciertos comportamientos sin reflexionar en sus acciones y si están vulnerando los derechos de los demás o si están siendo vulnerados los suyos propios. Estas actuaciones se refuerzan cuando se obtiene un beneficio derivado de ellas, y vuelven a repetirse por refuerzo de sus conductas, produciéndose unas dinámicas que podríamos llamar dependencia emocional.
Claves para detectarlo:
– Ser conscientes con el momento presente, de lo que sentimos, hacemos y/o decimos para no tener inseguridad sobre nosotros/as mismos/as.
– Conocer las características que tienen las personas manipuladoras:
- Personalidades observadoras y analíticas con capacidad de identificar las emociones y vulnerabilidad e inseguridad de los demás.
- Tendencia a relacionarse con agresividad e impaciencia a la hora de conseguir lo que quieren.
- Hacen uso de las amenazas, generando miedo, culpa y malestar en el otro/a.
- Minimizan o ignoran las necesidades, deseos o sentimientos de los demás.
- Tienden a conseguir que los demás realicen lo que desean.
- No respetan los derechos de las otras personas.
- No toleran bien la negativa o las críticas.
- Responsabilizan a los demás de sus reacciones emocionales y de las consecuencias de estas.
Existen tres estrategias comunes que emplean:
- Presión y amenazas: es la estrategia más directa. Ejerce agresividad y tiene como fin provocar miedo con respecto a la relación, generando inseguridades “si haces esto no te hablaré más”. Cabría afrontar el miedo y demostrar que somos capaces de asumir las consecuencias con fortaleza.
- Por culpabilidad: la finalidad que tiene es generar culpa haciendo creer que somos malas personas si no hacemos lo que el otro/la otra quiere. El objetivo, sería dejar claro que las necesidades del otro/a son tan importantes como las nuestras y que merecen tenerse en consideración. Las frases más comunes que emplea el/la chantajista “nunca hubiera imaginado que pudieras actuar así, me has decepcionado, tú verás lo que haces”.
- Con regalos y promesas: con el fin de que se produzca una cesión a sus deseos y privar de libertad a la otra persona. El objetivo sería conseguir desmantelar la tela de araña con respeto a los regalos que libremente ofrece el chantajista y desarticular, el poder o derecho que se cree tener sobre la otra persona al ejercer su voluntad en la toma de decisiones.
- Frente a todo esto tendemos a relacionarnos y reaccionando restándonos bienestar: cuando hacemos o dejamos de hacer cosas desde el miedo o culpa para que no se enfade; cuando necesitamos y esperamos la confirmación y el reconocimiento constante; cuando priorizamos al otro dejando a un lado nuestras propias necesidades.
¿Qué hacer?
- Reconocer que estamos siendo “chantajeados”
- Liberarnos del control ajeno poniendo límites
- Cambiar el tipo de afrontamiento
- Aprender a entender y gestionar las propias emociones
- Mejorar el autoestima y aumentar el autocuidado
- Reducir culpabilidad, tomando una actitud de responsabilidad
- Ganar seguridad para tomar propias decisiones y recuperar el control
- Mejorar el autocontrol ante las posibles discusiones o trampas del chantajista emocional
- Mantenernos firmes ante las propias opiniones y decisiones
- Tener claro los propios derechos asertivos para pedir respeto cuando se estén infringiendo
- Ser consciente para no repetir y caer en el mismo tipo de relaciones
- Recuperar el foco y crecimiento personal
La persona que ejerce chantaje no es necesariamente mala persona o perversa, puede que esté pasando momentos de inestabilidad emocional. Por eso, cada caso debe valorarse de manera individualizada y detectar con tranquilidad que es lo que está generando el daño y porque se mantiene esa situación de malestar en la relación o con el vínculo.
En casos graves de manipulación, acudir al especialista y pedir ayuda psicológica es necesario para superar tal situación y sanar las heridas emocionales con el fin de restablecer el bienestar y estabilidad emocional.
¿Estás pasando por una situación similar y no logras afrontar o salir de la situación generadora de este dolor emocional? Aquí estamos para acompañarte en tú proceso para que cada vez te sientas más seguro/a, fuerte y recuperes el equilibrio y calidad de vida.